Pasaron las semanas y cumplí con el castigo. Para mis amigas era una heroína, siempre una de nosotras estaba castigada por algún motivo. Recuerdo que una noche del mes de Junio con bastante calor, nos fuimos a la cama como todos los días a las ocho de la tarde. Yo ya tenía 13 años. No me podía dormir y la mayoría de mis amigas tampoco. Se escuchaba desde la calle una canción que estaba de moda. Se me ocurrió coger una sábana y ponérmela por la cabeza haciendo de fantasma por los pasillos y muy bajito empecé a cantar:
Rasca tú, cuando mueras que harás tú
Tú serás un cadáver nada más
Todas las noches iba al cementerio
A visitar a la tumba de su amada
Y el guardián se decía con misterio
Es un muerto escapado de las fosa
Rasca tú, cuando mueras que harás tú
Tu serás un cadáver nada mas…
(Recuerdo la letra y la música, nada mas pueda la cantaré y mi nieto la subirá a la página).
(Aquí podéis escucharla, me he llevado una sorpresa cuando una de mis hijas la ha encontrado en Internet).
“Rasca Yú es una canción de difuntos que se editó en España en 1943 y que fue censurada por la DST (Dirección de Vigilancia del Territorio). Esta canción narra la historia de un hombre que llora a su amada al fallecer y que va a visitarla cada noche al cementerio. ¿Y porqué fue censurada? Pues porque en su estribillo reza la frase ¿Rasca Yú cuando mueras que harás tú? y parece ser que los censores de la época creyeron ver ahí un mensaje dirigido al Generalísimo de todos los Ejércitos. Pero la segunda frase del estribillo aún tenía más miga: “Tú serás un cadáver nada más”, y ahí ya la cosa se agravó, irrumpiendo incluso en emisoras de radio para destruir los pocos discos que se habían distribuido.
Su autor Bonet de San Pedro, un mallorquín de moda por aquél entonces gracias a diferentes boleros, no podía imaginar que esta canción molestaría tanto al régimen y que tras este episodio muchos “rojos” de aquél entonces adoptarían su canción como símbolo contra la censura, la opresión y la dictadura. Pero es que los censores se las traían, pues también censuraron la canción colombiana “Se va el Caimán”, creyendo que el caimán no era otro que Franco. Supongo que con esto pasa como después de un bombardeo, que oyes un petardo y pegas un salto y el régimen creía ver entonces mensajes revolucionarios en cualquier inocente canción”.
Empecé yo, acabaron detrás de mi unas veinte, las otras niñas en las camas riendo. Las mayores sentadas en la cama, se reían. Chacón, nuestra cuidadora se puso las manos en la cabeza pero tampoco dijo nada y las meonas, las mas pequeñas, asustadas tapadas con las sábanas en la cama.
Se abrió de repente la puerta de los dormitorios y entró una de las monjas. Nos castigó mucho tiempo de rodillas a los pies de la cama. Muchas acabaron dormidas en el suelo hasta que otra de las monjas a las 12 de la noche que daba otra vuelta, nos dió permiso para acostarnos.
Preguntó quien había empezado, nadie dijo nada, ya se había acabado el acusarse unas a otras.
A la mañana siguiente entró en el comedor Sor Paz y ordenó que se pusiera de pie en el banco del comedor quien había sido la primera. Yo me subí al banco y acabaron todas subidas. Estuvimos sin salir ese domingo todas y a mi madre se lo contó Sor Pilar, también le dijo que nunca mentía y eso les hacía gracia a todas las monjas porque ya no se veía en nuestras caras el miedo siempre a los castigos. De todo esto me enteré cuando ya era una mujer y no estaba en el colegio.
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