Parece mentira, creo que tengo buena memoria, pero no puedo acordarme ni el día ni el mes que entré en el colegio. Mi madre me llevó un poco engañada, me dijo que era un colegio donde había muchas niñas y a mí me hizo mucha ilusión. Tenía 10 años y era la primera vez que iba a un colegio. Llegamos a la plaza de San Leandro, en el centro de Sevilla.
María Muñoz Ballesteros 1941
Este era el uniforme de los días festivos, el de diario eran unos babis de diferentes colores para diferenciarnos de edad. Los hacían las mayores con las monjas.
Al llegar una monja salió a recibirnos, mi madre empezó a llorar y yo me abracé a ella, me separaron, se marchó… Yo me tiré al suelo y no podían levantarme, tenía mucho genio y fuerza. Estuve un mes llorando hasta que volví a ver a mi madre.
Ella me explicó entonces que todo era por mi bien, aprender a leer, estar con otras niñas. A mí en esos momentos no me importaba nada, solo que estaba allí metida, sin mis hermanos, sin mi madre y sin mi libertad.
Las compañeras me pusieron de mote “la llorona”. No podéis imaginaros lo duro que fué. Una niña como yo que había pasado 6 años de su vida siendo la niña más feliz del mundo, viajando con mis padres, sin faltarme nada, de teatro en teatro, guerra... mis hermanos pequeños a los que siempre llevaba a uno en el “cuadri” (en la cadera, cogido con la mano, mas o menos dónde se ponían las mujeres los cantaros para ir por agua) y al otro en la mano, descalza casi todo el día., jugando a las canicas, a piola… cogiendo higos chumbos para venderlos, en fin, una “mari macho” salvaje. Aquello de estar en un colegio interna fue para mi terrible.
Voy a describir como era el colegio. Había una puerta grande de entrada, a la derecha la portería. Se entraba por una puerta grande a un patio cuadrado con columnas de mármol. Junto a la capilla una escalera que conducía al comedor. A la derecha otra escalera grande que llevaba a los dormitorios.
Los dormitorios estaban en una nave grande donde había 182 camas (no había mas, cuando una niña se marchaba su número era para la nueva que entraba), una fila a la derecha, otra a la izquierda y otra al fondo. Cada niña teníamos un numero, el mío era el 35 y mi amiga Milagros el 82, de ella es de las que mas me acuerdo porque era igual de traviesa que yo. Solo había una entrada, los lavabos y servicios eran dos, uno para las pequeñas y otros para las mayores, al fondo de la nave estaban “las meonas” (así le decían las mayores y las monjas), las que aún se orinaban en la cama.
El primer día cuando me llevaron y me dijeron cual era mi cama, me dio igual, de todas formas no dormí en toda la noche… A la mañana siguiente el despertar fue: Viva Jesús, con unas palmadas. Eran las seis y media de la mañana. A las siete en la capilla, a las ocho en el comedor y las ocho y media en el peinador. Allí nos lavaban bien y nos miraban por si había algún parásito (piojos). Nos dividían en grupos, las mayores cada una cuidaba a 10 de las pequeñas para que nos enseñaran a cuidar la ropa y los horarios. La que me toco a mí se llamaba Conchi Chacón, me dijo:
-Tu, llorona, tu número es el 35, tu peine, toalla y tu jabón. Esta es tu taquilla-.
Ella fue la que me puso “la llorona” y todo mi grupo empezó a llamarme así.
Sobre las nueve íbamos a clase, eran naves grandes, divididas en cinco clases por cristales. Estaba también el obrador que era para la costura, donde estaban las mayores, las había hasta con 20 años, no tenían familia y aun seguían allí. A esa edad el ayuntamiento les buscaba algún trabajo externo pero volvían a dormir al colegio.
A las 12 al comedor, el recreo. A clase otra vez, a esta hora ya eran clases de labores (costura, punto, etc). A las 7 de la tarde cenábamos y sobre las 8 estábamos en la cama. Ese fue el primer día de mi encierro y como ya he dicho… lloré todo el día.
Pero, conocéis el refrán que dice: En el país de los ciegos el tuerto es el rey…
Pues poco a poco sabréis que ese refrán es muy cierto.
Ayyyyy que final!!!! jajajajajaja deseando leer la continuación, nos dejas en ascuas, pillina!!!
ResponderEliminarBesos desde Barcelona
Besos para tí desde Sevilla, pronto la continuación para que no te quemes en esas ascuas, jajajajaja.
ResponderEliminarMaria,Yo hubiera compartido el fondo de la nave
ResponderEliminarNo le digo más jajaaa
Dirá?Que atraso de lectura lleva está niña
Pues razon tiene,Pero siempre la llevo en el corazon Maria.
Con pocas palabras basta. Besos.
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