Antes de seguir quisiera aclarar que estos recuerdos para mí, como una niña que era, fueron felices. Mis padres, al menos delante de nosotros, no hablaban de lo que pasaba. Mi hermano Antonio y yo comentábamos los ruidos que escuchábamos a lo lejos. El era mayor que yo, ya habían pasado dos años del comienzo de la guerra, tenía 8 años y mi hermano 14, seis más que yo. El pequeño Manolo tenía ya más de un año y empezaba hablar.
Sigo dónde me quedé. Estábamos en La Coronada, pedanía de Fuente Ovejuna, provincia de Córdoba. No puedo contar nada del pueblo porque no salía de casa casi nunca, sólo de casa a la panadería y jugando con "Linda" una perra pastor alemán que un señor de una huerta cercana le regaló a mi padre. No recuerdo niños en el pueblo y mucho menos dónde nosotros estábamos ya que vivíamos cerca de dónde acampaban los militares.
Un día nos desplazaron para Villanueva de Córdoba, no eran los mismos militares, estos ya eran republicanos. A "Linda" la tuvimos que dejar, no permitieron que fuera con nosotros. La casa dónde vivimos era grande, de dos plantas y muchas habitaciones, la mayoría estaban cerradas. El ejército era quien se encargaba de buscarnos alojamiento. Sólo ocupábamos la cocina, un patio y algunas habitaciones de la parte de arriba. Mis padres nos dijeron al llegar que las puertas cerradas no se podían abrir.
Una madrugada, mas o menos a la hora que mi padre se levantaba para hacer el pan, sentimos ladrar a un perro y arañar la puerta. Nuestra sorpresa fue muy grande cuando vimos que era "Linda", había venido buscándonos desde La Coronada, recuerdo que al menos 3 meses habían pasado desde que la tuvimos que dejar. Mi hermano y yo nos llevamos muchas horas abrazados a ella, sobre todo mi hermano, la quería mucho y sintió tenerla que dejar.
Un día me encontré en una alacena una cesta con ovillos de lana, mi hermano Antonio me hizo unas agujas de punto con radios de bicicleta y yo me llevaba todo el día haciendo y deshaciendo punto. Gracias a la dueña de la casa que dejo en un rincón esa canasta comenzó mi pasión por el punto que tanto me ha ayudado en mi vida, hice bufandas de colores para todo el mundo.
Tenía 8 años y aún no había ido al colegio, aprendí cosas porque siempre estaba preguntando. Un día escuche a uno de los hombres que trabajaban con mi padre en la panadería:
-¿Dónde vamos hoy maestro?-.
Inocente yo le pregunte a mi padre:
-¿Papa, tú eres maestro?-.
El me miró y como siempre me contesto con una explicación:
-Sí, hija, soy maestro… -.
-¿De que colegio?, yo no voy-.
El me explicó que era maestro en su oficio que para hacer el pan hay que saber las medidas de agua, de harina, el tiempo de cocción, etc. por eso se le llama maestro de pala a los panaderos, es por la forma de sacar el pan en su punto.
Estando a solas un día mi hermano Antonio y yo, el me dijo:
-María... Yo me voy a ir con los abuelos a Sevilla, estoy guardando bellotas y castañas para el viaje-.
Yo empecé a llorar y mi madre intervino porque creyó que algo malo me estaba pasando. Le dije:
-No mama, no me hace daño, es que se quiere marchar a Sevilla-.
Mi madre llorando le pidió que por favor no lo hiciera y nos dijo algo que no sabíamos, mi padre estaba muy enfermo. Mi hermano si entendió en las circunstancia que se encontraba mi padre pero yo no lo supe hasta mas tarde. Mi hermano le prometió a mi madre que no se marcharía.
Villanueva de Córdoba
Mi hermano Manolo, ya os he dicho, empezaba hablar. Yo era la encargada de enseñarlo, mi madre, ya estaba embarazada de mi hermano pequeño y entre sus pocas ganas de vivir, el embarazo, la guerra y la enfermedad de mi padre, poca cuenta le echaba. Todas las noches al irnos para arriba a dormir, yo le decía:
-Manolo ¿Qué nos llevamos para arriba?-.
El con su media lengua me decía:
-“aia..a ana, aba, apele a una apele a so”-.
Nadie sabía que quería decir, yo si lo entendía porque me señalaba las cosas:
-María, palangana, agua, almanaque-.
Era lo único que teníamos nuestro en la cocina donde estábamos todo el día.
Poco más recuerdo de esos meses, sólo que un día y esto es quizás de los más importantes que tengo de mi niñez... del sufrimiento de mi madre. Ella se fue para la habitación de arriba quejándose mucho y llorando. Le decía a mi hermano:
-Antonio, hijo. Por favor, ayúdame. Pon agua a calentar, busca una tijera y un cordón-.
Mi hermano la ayudó a subir a la habitación y yo con mi hermano Manolo nos fuimos detrás de ellos y nos sentamos en el escalón de la puerta abierta. Vi como mi madre se tumbaba en la cama. Como mi hermano Antonio empezaba a ayudarla, el tenía 14 años, lo recuerdo y aun me emociono…
A los pocos minutos mi padre volvió con un medico militar, ese señor ya nos dijo que nos fuéramos de allí. No tardamos mucho en escuchar el llanto de mi hermano Gonzalo.
La fecha era el 29 de marzo de 1939, Franco anunció 3 días después que la guerra había terminado, nosotros nos enteramos el día que nació mi hermano porque el médico militar se lo dijo a mi padre.
Para mis hermanos y para mí, empezaba nuestra guerra particular. La vida seguía y no sabíamos que nos deparaba.
Una vez más, cuanto he disfrutado de sus recuerdos tan intensos. Ya le habrá dicho Marga que cuando leyera lo de Linda iba a ponerme a llorar...como así ha sido ;)
ResponderEliminarSe me hace larga la espera, es una lectura apasionante.
Un capazo lleno de besos
Me encanta lo que cuenta, y de la manera que lo cuenta, se lee muy bien y resulta adictivo y extremadamente interesante, muchos besos y por favor siga escribiendo.
ResponderEliminarAyla, gracias. Espero no pases malos ratos leyendo, pronto llegarán cosas mas divertidas. Besos.
ResponderEliminarAnónimo, gracias. Seguiré escribiendo, ya metida en el lío para delante hasta que se pueda. Besos.
ResponderEliminarÚltimamente no sé si es debido a que leo mucho y parte de esa lectura precisamente es de la época que está relatando usted maría que renace en mi interior el conocer la historia de mis mayores. De adolescente no tenia esas inquitudes, bueno, eso pensaba hasta hace bien poquito mi escusa y mi realidad es que pase de niña a mujer en tan solo un día, el día que mi abuela falleció. Con sacacorchos saco retales de información a mi familia y me conformo y respeto, pues entiendo que muchos de esos recuerdos sean dolorosos, incluso olvidados.
ResponderEliminarDios sabe lo importante que fue mi abuela para mí y como añoro su presencia después de tantos años no así su protección que sigue estado presente en mi día a dia.Gracias maria, Gracias.la razón no la sé muy bien hace aun más profundo en mi su recuerdo y con el permiso de sus nietos, siento su relato como una nieta y como siempre le dije al escucharla que paz trasmite a mi corazón.
Pd.Abrazos y abrazos María &Famili@......Desde el País catalán jajajaa !!!
Ritual, gracias por los ánimos para seguir. Me haces feliz si con esto ayudo a otras personas de tu edad a recordar y no olvidar a sus mayores. Muchos besos.
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