Llegó el día de la entrevista, cuando me levanté estaba muy nerviosa, mi madre me dijo:
-Ten confianza, todo saldrá bien
Así fue, el día fue pasando como otro cualquiera. Mi madre llegó a la cita y ya estaba Joaquín esperándola con dos chicos, Mariano y Miguel. Mi madre al ver que estaban allí los dos jóvenes dijo que ella no sabía si yo debía haber ido también, Joaquín le dijo que no se preocupara, ya Miguel le había explicado como era yo. Miguel era uno de mis amigos del grupo de teatro.
-María, tu hija viene con nosotros como meritoria, mi madre quiere que aprenda poco a poco y desde abajo, como tu y como mi madre. Esta mañana estuve hablando con Emilio Espinosa y me ha dicho que el fue quien la examinó y le dió el carné de meritoria y que cuando yo lo vea conveniente solicite el de profesional. Por lo demás puedes estar tranquila, vivirá con mi madre, tendrá una dieta diaria.
-Joaquín... ¿tendrás paciencia con ella?, sólo ha hecho cosas en el colegio y cuando su abuelo la vió dijo que serviría para el teatro.
-María, tiene que estar el jueves en la Estación de San Bernardo, Miguel lleva los billetes de los tres, así que tranquila... ¿Necesitas algo?
Estado de la antigua Estación de San Bernardo (conocida como de Cádiz), Sevilla
-No, sólo que le des un beso a tu madre y muchas gracias por todo.
-María, no seas tonta, para eso estamos los compañeros.
Mi madre se despidió y cuando llegó a mi casa estaba allí esperando Carmelita Llorens, una persona que tan importante fue en mi vida y en la de mis hermanos. Mi madre le contó todo lo que había pasado y mi hermano Antonio que estaba acostado se levantó y dijo.
-¿Qué?... ¿el teatro?... ¿y el novio?
-No, el se queda en su trabajo y en su casa- Le contestó mi madre.
-Mira que bien...
Carmelita intervino:
-Antonio esta familia, Pepita Trabanco conoció a tu madre antes de que tu nacieras. Joaquín te lleva cuatro años y era muy amigo tuyo cuando pequeño. Sus padres dos años antes de la guerra se fueron de España y ahora han vuelto con dinero y un teatro propio, quieren ayudar a tu hermana y a tu madre.
Mi hermano no le hizo mucho caso y se volvió a mi madre diciéndole:
-Mama... que haga lo que tu quieras.
Carmelita, viendo la cosa tensa, cambio de tema:
-Seguramente le hará falta una maleta, no se si en mi casa habrá alguna...
Mi hermano Antonio dijo:
-Toma mama, mañana le compras una maleta- Le dió cinco duros.
-María, mañana que se llegue Manolo a casa por la ropa que mis nietas le están preparando.
Durante toda esta conversación no dije una palabra, sólo escuchaba, eso me ha pasado muchas veces en los momentos importantes de mi vida.
Se marchó mi hermano Antonio a trabajar en la panadería. Carmelita a su casa. Nos quedamos solas mi abuela, mi madre y yo. Me fui al jardín y al poco tiempo entre de nuevo y le dije a mi madre:
-Mama... ¿sería esto lo que te dijo la vidente?
-No sé... pero si se que en quien debes tener confianza es en Dios y en ti, también en tu padre.
Mi madre sobre la fe era rotunda, no cabía discusión. Llegaron mis hermanos, cenamos y nos fuimos a la cama.
Al día siguiente serían las diez de la mañana llegó una sirvienta de la casa de los Llorens y traía una maleta, me la enviaba la nuera de Carmelita. Cuando la abrí me encontré dentro un cepillo del pelo, un peine, polvos para la cara, pintura de ojos, un collar de bisutería y un sobre con 10 duros con una nota que decía: "para unos zapatos... mucha suerte, Ana".
Por la tarde mi hermano Manolo me trajo la ropa que las mellizas me enviaban: Dos trajes de Chaqueta de diferente color, faldas, blusas, traje de coctel y vestidos de punto uno verde y otro blanco. Dos abrigos, uno de calle y otro para escena, al ver tanta cosa pensé que todo no entraba en la maleta.
De este estilo era una de los abrigos
Cuando vino Carmelita me preguntó que me había parecido todo y yo le dije que muchas gracias, le dí un beso y me dijo:
-No sólo yo te ayudo, mira lo que te envían personalmente mis nietas: un reloj de pulsera Festina y una chaqueta de Ante...
-Ponte la chaqueta en el viaje... ve bien vestida.
-No se que decirte...
-No digas nada, lo único que te pido es que escribas a tu madre, contándole todo lo que te pase... todo... lo bueno y malo. Ella ha pasado mucho en su vida y sea lo que sea lo aguantará.- ¿Qué me dices?
-Sí, por lo menos la llamaré una vez al mes por teléfono y le escribiré todo lo que pueda.
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