Llegó el día de partir, me levanté temprano, hice
el café o lo que fuera, hoy dicen que la malta
es muy buena y entonces es lo que había. Llegó mi hermano de la panadería con
el pan calentito, muy rico. Desayunamos todos y mis hermanos pequeños se fueron
a sus trabajos, el Chico a la lechería y Manolo a la farmacia. Mi madre y
yo fuimos a comprar los zapatos, negros, me dijo mi madre, es lo mejor... va
con todo.
Cuando volvimos mi abuela me estaba terminando de
arreglar la ropa, de largo y ancho, las mellizas eran mas altas que yo y mas “mujeronas”,
todo quedó perfecto.
Cuando llegó mi hermano Antonio para comer ya
tenía lista la maleta, a las tres y media teníamos que estar en la estación.
Mi hermano le preguntó a mi madre:
-¿Le has comparado la maleta?...
-No, Carmelita le ha traído una.
-Pues dale el dinero para que tenga algo para el
viaje.
Se despidió de mí, yo le dije adiós, mi hermano
no era muy cariñoso, el jefe de la familia... además él no estaba muy contento
de mi marcha pero no dijo nada.
Llegaron los pequeños, comimos todos juntos, nos
despedimos y les dije que les escribiría, cogimos la maleta y salimos en
dirección a la estación, estaba muy cerca de donde vivíamos. Cuando llegamos
aún no habían llegado los muchachos, Miguel y Mariano.
Mi madre me dijo:
-María... quiero decirte una cosa antes de que te
marches: cuando yo me fui al teatro
en contra de mis padres fue por amor a tu padre que era el amor de mi
vida y me puse el mundo por montera, luego comprendí que el amor que me
quitaría la vida fue la de tu hermano cuando me lo encontré muerto y no pude
hacer nada, lo tuyo no lo comprendo... por una pelea tonta...
-No mama, fue porque me sentí humillada, si
teníamos que esperar era problema nuestro no porque su hermana, su familia lo
decidieran y lo dijera en un bar en presencia de todos y además lo tomaran
todos a bromas, si algo aprendí en el colegio es que nadie me humillaría mas,
bastante me humillaron allí.
-Pero... ¿tu quieres a Adorna?
-Sí... es el hombre de mi vida, nos comprendemos
muy bien los dos pero lo dejo en manos de Dios.
Ya llegaron Miguel y Mariano, saludaron a mi
madre.
Mariano me dijo que ya me conocía del día que me
examine con Adorna.
Le pregunté a Miguel:
-¿Qué pasó en Los Palacios?
-Yo fui el jueves y estaban todos, Adorna
también, le conté lo que pasaba con nosotros y nuestro viaje, entonces
acordaron en hacer algunos Sainetes
y dejar la obra ya que faltábamos nosotros. Cuando salimos a la calle me
preguntó Adorna:
-Miguel... ¿María sabía el otro día que se iba contigo?
- No... ni ella ni yo, hace tiempo yo le escribí a Joaquín por si necesitaba un compañero y hace unos días recibí un telegrama, me quería ver y a la madre de María también. Me explicó que su madre quería que María se fuera con ellos para trabajar en el teatro y así aprender con ella. También viene con nosotros Mariano Muñoz, adiós Adorna, hasta que nos veamos.
Mientras yo hablaba con Miguel mi madre saludaba
a Mariano y le pedía que me cuidaran.
-Adiós mama... tu tranquila si me tengo que
volver lo haré, seguí despidiéndome de ella con la mano hasta que la perdí de
vista cuando el tren se puso en marcha, en ese momento dejaba parte de mi
juventud y empezaba mi independencia.
Empieza la aventura!!!
ResponderEliminar