Blog Oficial de la actriz y escritora Sevillana María de Adorna

Bienvenidos a la web oficial de María Muñoz Ballesteros, más conocida como "María de Adorna". Actriz sevillana, mujer con carácter, apasionada y luchadora. Artista Sevillana, dedicada en cuerpo y alma a su gran pasión "El Teatro". Sus recuerdos, sus pensamientos, sus pasiones, SU VIDA.

En este lugar se intentará dar a conocer a esta artista, escritora y actriz sevillana de 84 años que pese a su edad no ha dicho no a las nuevas tecnologías. Ella contará sus recuerdos, hará memoria de su vida paso a paso. Una Guerra, una Niña, un Amor único, un Trocito de Historia.

domingo, 11 de noviembre de 2012

Mi Juventd en en Teatro 15ª parte

A las seis de la tarde salimos de Mérida, Mariano y Miguel estaban en el teatro conmigo, Juan llegó en su coche a recogerme. El viaje fue largo serían las once de la noche cuando llegué a mi casa, Juan saludó a mi madre y se despidió. Hubo besos y lagrimas, mi hermano Antonio se había marchado a su trabajo, Manolo y el Chico estaban acostados y mi abuela pensé que también lo estaba pero me dijo mi madre que así llevaba unos días. Le dije  a mi madre que cuando pensaba contármelo, ella me dijo que yo qué podía hacer y le dije que estar con ella y que no se viera sola. 

-¿Lleva muchos días así?

-Sí...

-¿La ha visto un médico?

-Sí, hace unos días vino D. Manuel.

Quiero aclarar que en esa época no todo el mundo tenía médico, en casa sólo mi hermano Antonio por estar trabajando y mi madre en su misma cartilla, ni mis otros hermanos lo tenían ya que en los trabajos que estaban no los habían asegurado, tenían ya 16 y 14 años.

Entonces le dije a mi madre que sin falta llamará al día siguiente al médico de pago, yo traía dinero para ello. 

-Bueno mama, ahora tu te acuestas tranquila, ya estoy aquí y estoy acostumbrada a estar despierta por la noche, le pregunté que darle a mi abuela por si despertaba y me dijo que sólo agua si la veía inquieta.

Yo recorrí la casa y vi todas las mejoras que se habían hecho, un dormitorio más, el aseo y aún quedaba terreno.

Voy a contar que cuando le dieron a mi madre esta casa por ser viuda y con cuatro hijos, la casa debía tener más habitaciones y aseo pero no lo habían hecho bien, entonces también había fraude en las construcciones. La renta que tenían que pagar era de 25 pesetas mensuales, cuando Franco vino a ver las viviendas dijo que daba vergüenza una casa con sólo una habitación para tantas personas, así que serían las casas regaladas y que cuando pudieran edificaran en la parte de atrás ya que había terreno para ello.

¿La impresión que me llevé al estar en mi casa?... en aquellos momentos me pareció la peor fonda en la que había estado en esos años, miré en la habitación de mi madre y la ví dormida, me dió mucha paz. Hice café y me senté al lado de mi abuela en una butaca. Empecé a escuchar la radio, uno de mis vicios desde entonces. Soy seguidora de La Rosa de los Vientos hace más de 15 años de Juan Antonio Cebrian, ya fallecido pero aún sigo el programa.  En aquella época escuchaba novelas, noticias, música. Poco a poco me quedé dormida, me desperté con un ruido que hizo mi abuela, le pregunté qué quería y abrió los ojos, me dijo que quería agua. Cuando terminó de beber me cogió la mano, la volví de lado y me dí cuenta que estaba mojada, busque una toalla y la aseé. Se volvió a quedar dormida. No he dicho que mi abuela dormía en una cama en el salón.

La Rosa de los Vientos 
El programa fue creado en 1997 por el gran Juan Antonio Cebrián, como relevo de Turno de Noche, y tras su triste fallecimiento diez años después, ha sido Bruno Cardeñosa el encargado de mantenerlo y renovarlo temporada tras temporada, adaptándolo a las nuevas cuestiones que se plantean y a los nuevos retos a los que se enfrenta esta sociedad del s. XXI, un mundo que avanza a toda velocidad subido en un avión supersónico aunque no se sabe si en la dirección adecuada.

Cuando volvió mi hermano Antonio de la panadería, serían las siete de la mañana, mi madre ya estaba levantada y tomábamos café. Me preguntó como estaba, le dije que bien y mi madre le hizo un resumen del motivo de yo estar allí, el le dijo que había llegado pronto pero viendo que no estaba sola se marchaba, a esa hora el siempre traía el pan del día.

Los chicos se levantaron y se marcharon al trabajo, mi Chico me preguntó si yo me marchaba y le dije que no. 

El médico llegó pronto pero no pudo decirnos gran cosa, sólo que estaba muy mal, le recetó calmantes y nada más. 

Cuando se marchó yo me fui al centro a comprar cosas que hacían falta en la casa, cosas de ropa, para la cama, alimentos, medicamentos. Volví a media mañana y ya estaba mi hermano Antonio acostado y mi madre preparando la comida para los pequeños, yo traía cosas que sabía les gustaba. Yo le dí de comer a mi abuela una papilla de Maicena y se la comió bien. En la habitación de mi madre me hice una cama y me acosté. Serían las siete de la tarde cuando me despertó mi madre hablando muy bajito con alguien. Era su amiga Carmelita Llorens, venía todas las tardes a ver a mi abuela. Cuando salí me dió muchos besos. Me preguntó si estaba contenta y yo también le pregunté por su familia. Le expliqué como había pasado esos años y que estaba muy contenta, me preguntó por la visita de Adorna y le conté que no nos dirigíamos la palabra nada mas que trabajando en el teatro y que servíamos de risas para los demás, ella no me preguntó mas sobre el tema.

Merendamos las tres y conseguimos que mi abuela se pudiera tomar un poco de leche poco a poco.

Carmelita me dijo: -que tranquilidad para tu madre, que falta le hacías-. Yo le dije que no sabía cuando pensaba decírmelo. Le conté todo lo que pude y cuanto iba aprendiendo y que bonito era Gandia y ellas también empezaron a contar cosas de cuando ellas y sus maridos estuvieron también allí antes de la guerra en una Compañía. Yo las dejé con sus recuerdos y me fuí para sacar la ropa de la maleta, cuando terminé mi abuela se había despertado y dijo María, mi madre le preguntó que quería y ella dijo que no era a ella, era a la niña a la que llamaba, yo me acerqué a la cama y me preguntó cuando había llegado, le dije anoche y no volvió a decir nada mas. 

Se fue Carmelita, mi hermano Antonio se marchó al trabajo, llegaron los chicos. La cena y a la cama, mi madre y yo preparamos a mi abuela para pasar la noche. En esos momentos pensé, como había podido mi madre llevarlo todo sola. Le dije que se acostara y sobre las cinco me acostaría yo, así lo hicimos.

Ya había pasado 24 horas en mi casa, muy largas y tristes pero aún así estaba contenta, era la primera vez que podía hacer algo por ayudar a mi madre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario