Pasaron nueve meses haciendo el tonto y
divirtiendo a los demás. Un día Joaquín nos anunció que el próximo sitio donde íbamos
era Sevilla y lo mas importante, el barrio, El Tiro de Línea. Yo
no me lo podía creer, era mi barrio. Pregunté dónde y me dijeron que en un cine
de verano en la calle Teatinos, el teatro se iba a instalar
dentro del cine.
Anita me dijo que mi madre ya le había buscado
una casa en el barrio, en la calle Morón. Esa casa era de la madre de Encarnita
Polo, ella ya estaba trabajando en Barcelona.
Cuanto miedo tuve en esos momentos, 3 años sin
ver a mi familia y tanta gente que me conocía. Lo que mas temía eran las burlas
de mi hermano Antonio con sus amigos. Cuanto malos ratos pase en esos tiempos
pero conseguir lo que quería ser actriz.
Cuando íbamos para la fonda Mariano me preguntó:
-¿No quieres ir para Sevilla?
-No...
Creo que ellos tampoco querían ir y esa noche no
pude dormir, me vino el recuerdo del colegio, los primeros día lo que lloré,
los castigos, los buenos ratos... Pensé ¿Ahora te vas acobardar... después de
lo que te ha costado tantas noches sin dormir estudiando casi sin luz en las fondas que has vivido? Me iba ahora
acobardar por personas que no sabían casi nada de mi vida y por un hermano que
nunca comprendería mi superación, ya era momento de demostrárselo a él y a todo
el mundo. Con esa rebeldía tan propia de mi carácter y dispuesta a luchar y
demostrarle a todos que el teatro
era mi vida en esos momentos. Me quedé dormida y al día siguiente cuando me
levanté para el desayuno estaban los tres, Mariano, Miguel y Adorna. Creo que
Mariano no quería volver a Sevilla
porque estaba enfadado con su padre, era médico y no quería que se dedicara al teatro. A Miguel tampoco le hacia
gracia pero a Adorna si le gustaba la idea.
Ese día hablé con mi madre, ella ya sabía que íbamos
a Sevilla y le dije que no dijera
nada a nadie pero me dijo que mi Chico
ya se lo había dicho a todos los conocidos, me preguntó por qué me preocupaba
que Anita ya le había dicho que ya no parecía la misma, había aprendido mucho y
era ya una mujer... ah y que estaba monísima. Yo le dije a mi madre ¿A
si...?
-¿Es que tu no quieres venir?
Me preguntó mi madre.
-Sí mama, tengo ganas de ir pero no dos o tres
meses que es lo que estamos en todos sitios.
-Veras todo lo que hemos hecho con lo que tu has
enviado en este tiempo.
-Yo lo he enviado para tí. Bueno mama, da besos a
los niños y tu cuídate, hasta pronto.
No se porque me ponía tan triste siempre cuando
hablaba con mi madre, siempre me decía a mi misma: algún día te pagaré todo lo
que has hecho por nosotros, sobre todo por mí, por confiar y dejarme hacer lo
que me gustaba.
Volviendo al día dónde nos dieron la noticia no
hubo motivos para risas, quedamos muy cansados con la actuación, El Conde de
Montecristo. Nos fuimos para descansar sin tomarnos el café de todas las
noches. A la mañana siguiente Adorna se marchó y todo siguió igual. Yo tenía
que ir al teatro para ver la ropa
que había que enviar al tinte para guardarla, estaba en mi tarea cuando sentí
que me llamaban, eran las niñas que venían con la niñera. Me dijeron que iban a
dar un paseo y que su mama les dijo que si yo podía ir con ellas.
Recogí las cosas, tenía muchas ganas de que
Margarita me hablara y me hiciera preguntas, verla jugar aunque todavía no
podía correr mucho. Estuve con ellas un par de hora y cuando las llevé a su
casa Ana me preguntó que tal la veía, le dije que muy bien. Me ha preguntado
que por qué yo no estaba en Sevilla y le expliqué que yo me tuve que quedar con
Ani y la meme que estaban aquí solitas, además que tu estabas con ella. Yo la
veo muy bien y además no se ha cansado mucho con los juegos.
-¿Anita has visto a mi madre?
-Sí... ella está bien pero tu abuela no.
-He hablado con ella y no me ha dicho nada.
-Yo la ví hace nueve días, quizás ya esté mejor,
no te preocupes.
Me fuí para la fonda a recoger el maletín de las
pinturas y llegué al teatro, esa
noche la representación era Diego
Corriente y mi papel era un ladrón que estaba de guardia vigilando, en un
momento tenía que decir:
-Cuidado que es extraño el silencio que si a
caballo viniera hubieran ladrado los perros...
Dije: Que si a caballo viniera hubiera ladrado
Don Pedro
Mariano, siguió la escena tan tranquilo y
diciendo, claro... claro.
Cuando entraba el personaje en escena le dábamos
con un palo en la cabeza y teníamos que esconderlo. Mariano lo cogía por los
brazos y yo por los pies. Y dije:
-Ozu... como pesa la carne de burro...
El público dió un aplauso y empezaron a reír.
Cuando fuimos a cobrar Joaquín me dijo.
-Vamos a ver, primero te equivocas y luego dices
lo que quieres ¿por qué?
-Para que el público se ria, no sólo os vais a reír
ustedes de mí.
-Eso está bien pero eso no importa ahora. María,
veras... tengo que decirte....
Yo, cuando me decía María sólo me echaba a
temblar.
-He recibido un telegrama de tu madre donde dice
que tu abuela está muy mal, es para que lo sepas, no para que te marches.
Me quedé callada y le dije:
-Joaquín un día le hice una promesa a mi madre
que nunca se vería otra vez sola en una muerte, así que me voy para Sevilla.
-Bien, pues arregla mañana el equipaje, le pones tu nombre al baúl y coge una maleta donde metes lo
que te haga falta, en 18 días estaremos en Sevilla. Juan el representante se va
contigo y si necesitas algo vas a verlo, vivirá también en el Tiro de Línea, ya te lo dirá él. Ve
mañana temprano a casa.
Todos empezaron a preguntarme si no sabía nada,
yo les dije que había hablado con mi madre y no me había dicho nada, solo que
tenia ganas de verme, yo que no quería volver a Sevilla al final seré la primera en llegar.
-¿Tu abuela es la que os ha criado?
-No... Ha sido la providencia y el amor de mi
madre y por eso me voy para que no se vea sola en estos momentos.
Nos fuimos al terminar la función como todas las noches a tomar café, luego a la fonda a
preparar las cosas para el día siguiente.
Al día siguiente muy temprano llegué a la casa
donde vivía Joaquín, Ani me pregunto si me marchaba. Le dije que si y ella
empezó a llorar. Su madre le dijo que me marchaba por unos días pero que pronto
ellos también se marchaban y viviríamos muy cerca. Joaquín estaba desayunando. Me fui a ver a Margarita y a la meme
que estaba escribiendo una carta para mi madre. Joaquín me dió un sobre, me dijo que era mi sueldo hasta que llegáramos
en esta ocasión no haríamos puente porque todos tenían allí casa. Sobre las cuatro tenía que estar en
el teatro, allí me esperaba Juan. Le dí un beso y me despedí de todos, iba a
ver a mi familia pero allí también dejaba a mi otra familia.
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