A la mañana siguiente quería que todo cambiara
pero mi madre era lo primero y no se encontraba bien. Tuve que ir
haciendo las cosas poco a poco, todo lo que había servido a mi abuela lo guardé
en una bolsa y le dije a mi hermano Manolo que lo tirara cuando pudiera sin que
mi madre se diera cuenta.
Por la tarde me llegué a la casa donde vivía Juan el
representante para darle la noticia y pedirle que fuera él quien se lo
comunicara a Joaquín.
Faltaban nueve días para que se instalará el
teatro, cuando volvía para mi casa me encontré con una vecinas, no sabían que
estaba en casa. Me preguntaron que tal estaba mi madre y ya de paso
"chismorrear un poco sobre el teatro".
El sábado cuando estábamos todos en casa cenando,
les dije a mis hermanos si querían ir al cine al día siguiente, ellos muy
contentos dijeron que sí. Mi madre me miró y yo le dije que dentro de unos días
iba a empezar a trabajar allí y que casi todos los papeles eran cómicos, además
mi abuela había descansado. La vida tenía que seguir.
-Mama... parece mentira que tú...
No termine la frase, ella me dijo que tenía
razón.
El domingo después de comer nos fuimos al cine,
era la primera vez en mi vida que iba con mis hermanos. La película creo que fue Duelo
al Sol. A mi madre le compré su dulce preferido una milhoja, mis hermanos
siempre que podían se la llevaban también.
Delicioso postre simple y espectacular, compuesto de
nata, crema pastelera y hojaldre.
Aquella noche mi Chico le contó la película a mi
madre y ella se rió mucho aunque no era para reír. El exageró al
contarle... iban por el suelo con las pistolas arrastrándose... disparaban y...
etc. tuvo mucha gracia. Nos acostamos los cuatros después de unas risas.
A la mañana siguiente mi hermano Antonio trajo a
un amigo para que pintara la casa yo saqué todo al corral en la parte trasera,
dónde había terreno para poder construir. A media mañana estaba todo listo.
Empecé a ponerlo todo donde estaba pero al ir a poner la maquina de coser (de mi abuela) mi
madre me dijo que eso no ya que ella no la usaría y yo tampoco, así que fue
una de las cosas que guardé en el corral bien protegida. En un par de días todo
estaba limpio y arreglado.
Yo me había traído algunos papeles que debía
estudiar como la Ciega
de París, quería Joaquín estrenarla pronto así que aprovechando que estaba con
mi madre para distraerla le dije que por qué ella no me repasaba el personaje,
ella me preguntó qué papel, cual de las dos hermanas. Le dije la hermana mayor,
ella me preguntó quién hacia el papel de la pequeña y le dije que Ani, la hija mayor de Joaquín,
ya tenía 12 años cumplidos. Mi madre me dijo que sin problema después de comer
lo haríamos.
Nos pusimos en el jardín y ella leía. Lo hacía
muy bien porque le daba a cada personaje su entonación. A mi me gustaba mas
escucharla que cuando me ayudaba Doña Pepita y en los días que ensayé con ella
adelanté mucho. Me aconsejó que la hermana pequeña llorara antes que yo porque
tendría mas efecto en el público y muchos trucos mas que a Doña Pepita no se le
habían ocurrido como que buscara las palabras que no sabía que significaban en
el diccionario, todo esto luego me ha servido en mi vida, cuando he dirigido a
niños y mayores.
Un día me dijo que su padre le había dirigido a
ella y a su hermana Lolita la misma obra en el Teatro San Fernando y que fue un
éxito. Yo le dije mama la vida está llena de casualidades. También me orientó
con la ropa que debía de ponerme. Una tarde estábamos tan entusiasmadas que me
dijo muy alto:
-Aquí... tienes que llorar... tienes que llorar...
Mi hermano Antonio se levantó y dijo:
-Pero ¿esta no se fue para ser actriz?... no me dejáis
dormir.
Mi madre le dijo que nos perdonara y mi hermano
le dijo:
-Ya me sé la obra de memoria coño...
Tenía razón. Todas las tardes empezábamos bajito
pero terminábamos como si estuviéramos en el teatro y al jardín daba la ventana donde el dormía.
Sin darme cuenta había encontrado la forma de
tener a mi madre entretenida y así me lo dijo ella cuando fueron pasando los
días.
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