Al día siguiente cuando fui a ver a las niñas le
pregunté a Ani si se había estudiado el papel, ella me dijo que sí. Le dije a
doña Pepita que si le parecía bien le podía preguntar a Joaquín si la podíamos
estrenar ya. Ella me dijo que si y que al día siguiente me fuera a su
casa por la tarde para ensayar y aprovechar que esos días no teníamos
representaciones.
Así lo hice y a la tarde siguiente cuando llegué
aún estaba allí Joaquín, me dijo que el próximo martes empezábamos a montar la
obra, ya se lo había comentado su madre. Me advirtió que lo haríamos si Ani y
yo estábamos seguras. Él se marchó y nos quedamos las tres en la habitación de
doña Pepita, ella empezó diciéndome que le daba mucha pena de mi madre, no
parecía la misma que ella había conocido, ahora se daba cuenta lo que había
sufrido por culpa de la maldita guerra. Me dijo que no comprendía como no se
fueron de España. Yo le dije que no pudieron por la muerte de mi hermano, ella
no se acordaba de eso. Yo le pregunté como ellos pudieron marcharse a lo
que me contestó que lo vendieron todo, sastrería, teatro, los decorados, todo.
Lo convirtieron en joyas, principalmente en diamantes y lo sacaron en termos de
café ya que el dinero no tenía valor fuera de España. Cuando llegaron a
Casablanca compraron otro teatro, sus hijos Miguel, Pepita y Quinito (Joaquín) era el
mas pequeño. Miguel tenía en aquellos momentos la misma edad de mi hermano
Manolo el que murió, se llevaban dos meses.
Mi madre tenía 30 años
Doña Pepita me siguió contando:
-En la época que tus padres estuvieron con nosotros
en la Compañía trabajando, tu hermano Antonio era precioso, muy blanco y no
hablaba nunca, me volvió a decir que pena de mi madre que no parecía la misma y
lo peor es que sus padres fueron los que mas le hicieron sufrir con el odio que
tenían a mi padre con la gran persona que era.
Yo le pedí que me contara cosas de mi padre, le
dije que apenas me acordaba ya de él.
Me contó que mi tía Lolita no había muerto cuando
mi padre había conocido a mi madre, el había venido a trabajar al teatro
Llorens. Aunque tu padre era de Puente Genil él hablaba mucho de Osuna, una vez
que estuvimos allí tenía muchas amistades que lo querían. Él siempre contaba
como se tuvo que marchar a Madrid para estudiar farmacia y con mucha gracia
contaba como lloró sentado en su maleta de madera al llegar a la estación de
Atocha, después de pasar así un rato preguntó por la dirección de la fonda que
un maestro le había recomendado y allí lo estaban esperando. También me contó
que estudió primero de farmacia y por las tardes se iba al café Gijón donde conoció
a Manuel Luna, andaluz, él le ayudo para entrar al teatro.
Café Gijón en Madrid
Doña Pepita en un momento se quedó callada y
envió a la niña a merendar, quería que nos quedáramos solas.
Entonces me contó que cuando mis padres se
conocieron mi madre tenía 16 años y mi padre 30, se enamoraron y que mi tía
Lolita fue quien más le ayudó.
Os recuerdo que mis abuelos tenían 3 hijas,
Lolita tenía 23 años cuando mis padres se conocieron y 24 cuando murió. Mi tía
Manolita había ya fallecido y mi madre que era la mas pequeña siempre estuvo
muy protegida por sus hermanas. Cuando mi madre le contó a su hermana que se
había enamorado de mi padre ella y su abuela María se pusieron de acuerdo en
ayudarle en el correo y que pudieran verse de vez en cuando.
Doña Pepita me dijo que con 17 años mi madre se
quedó embarazada. Fue cuando empezó la guerra y el odio a mi padre pero su
hermana y su abuela le escribieron inmediatamente a mi padre y un tío mío fue
quien asustó a mi abuelo y le dijo que lo iba a publicar en todos los periódicos
de Sevilla si no daba el consentimiento para que se casasen. Mi abuelo no lo
perdonó ni en la hora de su muerte.
Al quedarse mi madre embarazada se quedó en
Sevilla en casa de su abuela y a los 18 meses mi padre vino a recogerlos a los
dos, mi tía Lolita ya estaba muy enferma y le pidió que no se lo llevara hasta
que fuera un poco mayor, a mi padre le dió lastima y acordaron dejarlo un año
mas pero mi madre si se fue con mi padre. Al año siguiente fue más difícil, el
niño lloraba porque no se quería ir con mis padres, no los conocía. A los
cuatro meses fue cuando murió mi tía Lolita y entonces mi abuela empezó a
llorar y le pidió por favor que no le quitaran al niño también, ya había
perdido a todas sus hijas, dos habían muerto y mi madre se había marchado.
Doña Pepita me dijo en esos momentos que tanto mi
madre como mi padre fueron siempre buenas personas porque aún haciéndole tanto
daño mis abuelos a los dos, ellos fueron generosos y le dejaron a su primer
hijo. También me dijo que el que había sido mala persona siempre y lo sabían en
todo el ambiente de teatro fue mi abuelo.
También me contó que para mis padres el dejar a
mi hermano en Sevilla no le ayudó mucho en el Teatro, ya que no firmaban
contratos que estuvieran en sitios alejados, ellos querían siempre estar cerca
de él. Cuando muchos decidieron marchar fuera de España ellos también lo
pensaron pero lo primero era volver a por mi hermano, ya habíamos nacido mi
hermano Antonio y yo, al llegar fue cuando se lo encontraron muerto y ya era
demasiado tarde y sin ganas de nada.
Doña Pepita me dijo que todo esto se lo había
contado mi madre en una carta cuando le había pedido que me ayudara.
Volvió la niña y ya quedamos que al día siguiente
ensayaríamos a la misma hora, ella al despedirse me dijo que ahora nos conocíamos
un poco mejor, le di un beso y marché para casa.
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