Por fin llegó el día del debut y todo salió bien
y gustó mucho, casi nadie se fijó en mí. Pasaron unos días y empezaron los
problemas, el dicho de que nadie es profeta en su tierra. Muchos decían que era
tonta, ¿cómo podía yo trabajar en el teatro?... Primero Encarnita Polo y
ahora yo, las dos del mismo barrio. La opinión general era que yo era muy
"lacia", yo salía a escena todas las noches con miedo.
Recuerdo que hasta la gente discutían en el autobús.
Un día me contaron que iban discutiendo unos jóvenes diciendo que de donde
había salido yo para hacer teatro y cuando la discusión era más acalorada una
persona salió a defenderme diciéndoles:
-Esa niña de la que estáis hablando tiene motivos
para trabajar en el teatro ya que toda su familia, sus padres, sus abuelos y más
parientes siempre se han dedicado al teatro. Si no sabéis no hablar.
Esa persona vivía en la calle Teatinos frente del
cine y es una persona conocida ya que ha trabajado en televisión muchos años su
nombre es Julio Marvizon, quien me lo contó fue mi hermano Antonio ya que
algunos amigos iban en ese momento en el autobús. Al parecer este señor conoció
a mi abuelo.
Fueron pasando los días, tres semanas y seguía
siendo la comidilla del barrio, a unos les gustaba y a otros no. Una noche
anunciaron La Hija de Juan Simón y cuando iba a salir a escena me dijo Joaquín
que demostrara quien era, esa noche me la jugaba. Cuando terminé riendo y
llorando como el papel exigía el público estalló en aplausos, Joaquín me dijo
que saliera a saludar y a mí me temblaban las piernas, en fin, esa noche estaba
contenta con el trabajo realizado. Los compañeros me dijeron que ya me los
había ganado. Cuando llegué a casa mi madre ya sabía de mi éxito, mi Chico ya
había ido a contárselo y estaba muy contento, le decía:
-Mama... la gente de pie aplaudiendo...
No me extrañaba de la forma que se lo contó a mi
madre ya que era muy exagerado y además lo estaba pasando mal escuchando las críticas
de sus amigos y al menos esa noche estaba contento, lo mejor fue que a partir
de esa noche todas las representaciones que hacía ya eran personajes bonitos. No en todos
era buena, también era mala pero eso gustaba mucho.
Mi madre tan solo me dijo:
-¿Qué te decía yo?... que tuvieras paciencia.
Pasaban los días y todo iba muy bien, cada día teníamos
más público, sobre todo gente joven. A muchas que yo conocía solo de vista y
ahora me paraban para preguntarme cuanto tiempo llevaba en el teatro.
A mí todas las noches me daban 3 entradas para
poder invitar a nuestros conocidos, la noche de La Hija de Juan Simón a quien invite fue a
las nietas de Carmelita Llorens para que llevaran a su abuela. Cuando se llegó
al día siguiente a ver a mi madre le dijo:
-María que bien estuvieron todos. También salude
a doña Pepita, está muy bien. Joaquín muy guapo y muy buen actor pero tu hija
estuvo magnifica, mis nietas decían lo bien que había estado Mariquita.
Ani
a la derecha, Margarita en el centro y yo a la izquierda, en uno de los
bautizos de un muñeco (1953)
Así fui invitando todos los días poco a poco a
muchas amigas que antes no lo eran. Mi vida personal seguía siendo la misma, mi
casa, las niñas, el teatro. Las niñas solo querían que yo estuviera con ellas,
sobre todo Margarita desde que estuvo malita. Yo jugaba mucho con ellas, me
inventaba cumpleaños, bautizos de muñecos, fiestas y ellas lo pasaban muy bien.
Ya habían pasado conmigo 3 años y Ani ya empezaba a ser una mujercita y siempre
quería venir conmigo y Mariano que éramos los más jóvenes.
Un día quedamos para ir al parque por la
mañana, Mariano, las niñas y yo, habíamos quedado de acuerdo a una hora en la
glorieta de los columpios y al terminar la obra esa noche Joaquín dijo que al
día siguiente había ensayo a las 6.
Recogí a las niñas y nos fuimos al parque, está
muy cerca del Tiro de Línea. Cuando llegamos a la Glorieta me llevé una
sorpresa, estaban allí Mariano y Adorna. Margarita salió corriendo diciéndole:
-Adorna... que bien, has venido tú también.
Estuvimos en los columpios unos 20 minutos cuando
Mariano le dijo a las niñas si querían ir con él a ver las palomas, las dos
dijeron que sí. Nos quedamos solos Adorna y yo.
Estuvimos unos minutos sin decir nada, hasta que
Adorna dijo:
-María quería haber ido a darle el pésame a tu
madre pero no me he atrevido... como no quiere dirigirme una palabra.
-El primero que puso un muro entre nosotros
cuando fuiste tu a vernos y saludaste a todo el mundo menos a mí, fue un
desprecio, al menos así me sentí.
Él me contestó:
-Piensa un momento lo que estás diciendo... ¿de
verdad tú crees que yo fui tan lejos a ver a alguien que no fueras tú? A mí los
demás no me importaban nada, yo lo que quería era verte y saber cómo estabas y
si querías seguir o venirte para Sevilla conmigo. Volví muy mal porque tú hiciste
todo lo posible para no vernos a solas para que pudiéramos hablar. Vi que
estabas contenta y querida por todos y habías conseguido lo que deseabas y así
se lo dije a tu madre en una carta. Ahora te pregunto ¿quieres que deje mi
trabajo y me marche contigo? o ¿quieres quedarte y que nos casemos y vivamos aquí
con tu madre en tu casa? Creo que ya no debíamos perder más tiempo haciendo más
tonterías.
Mientras él hablaba yo pensaba, Dios mío que no
meta la pata cuando le conteste.
El me saco de mis pensamientos cuando volvió a
preguntarme:
-¿Qué piensas?
-No sé... tengo que pensarlo.
-¿Otros 3 años? ...me dijo con esa mirada suya y una
poca de guasa.
-No... es que no sé cómo dices de vivir en casa
de mi madre.
-Arreglándola, mi hermano Juan y unos amigos nos
ayudaran, sólo tenemos que comprar los materiales.
Yo le contesté que hablaría con mi madre ya que
ahora también yo estaba ayudando en casa.
El me miró y yo me calle porque ese
fue el motivo de la pelea con él, cuando me dijo que no podía casarse conmigo
porque tenía que ayudar en su casa.
Volvieron las niñas y Mariano, nos quedamos
callados. Mariano nos miró pero no dijo nada. Las niñas me contaron que todo
lo que habían visto era muy bonito y había muchas palomas.
Paque María Luisa (Sevilla)
Nos teníamos que volver para casa y ellos nos
acompañaron un rato. Nos despedimos y quedamos en vernos a las 6 para el
ensayo.
Cuando iba con las niñas para casa no me lo podía
creer, las dejé en su casa y cuando llegué a la mía le dije a mi madre:
-Adorna quiere verte para darte el pésame.
Me miró muy sorprendida pero no me dijo nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario