El sábado serian las doce llegó Adorna. Mi madre
estuvo un rato hablando con él, ella dijo que estaba conforme con lo que
queríamos hacer. Mi hermano Antonio también estuvo de acuerdo.
Adorna me dijo que si quería ir a comer a su casa
ya que su madre nos estaba esperando, yo no sabia que decir ya que había pasado
mucho tiempo que no veía a nadie de su familia. Le dije que tenía que estar en
el teatro a las siete y el me contestó que él también a lo que yo le dije, pues
es verdad. Mi madre empezó a reír, así que cogí el bolso y una chaqueta y nos
fuimos. Recuerdo que el autobús en aquellos momentos era el número 11 que iba para el centro de Sevilla.
Cuando íbamos por el centro, le pregunté:
-¿Pero no vamos para Castilleja?
-No... Vamos a comer algo y luego al cine, a mi
casa otro día. Hoy es para nosotros.
A mi me pareció bien, llevábamos mucho tiempo sin
estar juntos, sin cogernos las manos y estar cerca. No me lo podía creer.
Paseando él me preguntó como me lo había pasado
en esos meses, en esos casi mas de tres años. El me contó que había empezado a trabajar en la radio con
Santisteban y Pepe da Rosa y en el cuadro de actores de Radio Sevilla.
Yo le dije:
-Y también has tenido un par de novias...
-No... De amigas... me dijo. (En todos los
tiempos los hombres han tenido amigas con derecho a roce).
Adorna me siguió contando cosas de su trabajo en
esos años, tenía que estar en la radio, doblar actores en las obras y cuando
acababa se marchaba para la Estación de Autobuses. Su jefe le dijo un día que
así no podía seguir y ya fue dejando cosas y dedicándose a su trabajo mas
tranquilo y descansando.
Le pregunté si en ese tiempo ganaba mucho y él me
dijo que si pero lo gastaba en cenas, comidas, etc.
Así hablando de nuestras cosas llegamos al cine.
Él me dijo que de mí lo había sabido todo desde que me marché. Joaquín cuando
había estado en Sevilla con Margarita le dijo que él lo que mas
admiraba de mí era la capacidad de trabajo que tenía y que en el teatro cada
día iba mejor y tenía mucha afición.
Yo lo escuchaba callada.
Siguió contándome que con Miguelito también había
estado en contacto y que él le había escrito una vez en una de las cartas que
se diera prisa porque podía perderme ya que tenía muchos admiradores en todos
los pueblos donde actuábamos.
Empezó la película y nos callamos. No iba al cine
desde la última vez que fui con las niñas. En la película trabajaba uno de mis
actores favoritos, Spencer Tracy. El lo sabía y me dijo muy bajito:
-Tus dos amores él y yo...
Spencer Tracy (Mi segundo amor)
Cuando terminó el cine tuvimos el tiempo justo
para llegar al barrio yo me fui para casa y él para el teatro. Al llegar a casa
estaba mi hermano Antonio y me dijo:
-¿Qué?... anoche en el teatro te dieron un pateo (lo dijo con un poco de guasa).
-No, al contrario...
-Si ya me lo han dicho.
-¿Quién tu amigo? El que siempre da la nota.
-Él dice que le gustó mucho.
Ya no hablamos mas porque mi madre me hizo un gesto.
Cuando ya se marchó me contó que mi hermano le había contado que todos sus
amigos le habían dicho que la noche anterior había estado muy bien, en el
barrio decían, según mi hermano le contó a mi madre, que era “La Bette Davis” del Tiro
de Línea.
No dije nada mas, cogí mi maletín y me fui para
el teatro. Adorna me estaba esperando y me dijo que Joaquín le había comunicado
que esa noche nosotros terminábamos con el sainete del Chiquillo.
-Eso no puede ser, yo termino la obra y no me
dará tiempo para cambiarme...
Joaquín me dijo que ya lo arreglara yo como
pudiera, así que me fui a buscar a doña Pepita y ella me dió la solución:
-Te pones una blusa debajo y una falda encima de
la otra, el delantal encima de una silla y el telegrama lo metes en el bolsillo
del delantal (ese era todo el atrezzo que necesitaba para el sainete).
Adorna cuando fuimos a empezar el sainete me dijo
que tranquila, yo le dije que lo estaba que si me ponía nerviosa era porque
todos estaban siempre pendientes de nosotros con risas y comentarios.
Al terminar Joaquín me dijo:
-¿Qué, te daba tiempo para todo? Desde hoy voy a
ser mas severo contigo, ya llevas tiempo y cada día te voy a exigir mas, nos
fuimos para el bar de todas las noches y nos hicieron pagar ya que decían que
mucho tiempo les habíamos estado tomando el pelo.
Al despedirnos le pregunté si esa noche también
dormía en el trabajo y me dijo que no porque entraba al medio día y llegaría a
la hora de la obra.
Nos despedimos en la puerta de casa como en
aquella época se despedían todos los novios... ya os podéis imaginar.
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