Estábamos cenando y Adorna le dijo a mi madre:
-María...¿puede
usted sentarse un momento con nosotros?Tenemos que decirle una cosa.
Mi madre se sentó
y le dijimos que nos casábamos el día 23 de Diciembre y le preguntamos qué le
parecía. Ella nos dijo que bien pero me preguntó si entonces ya no me marchaba
al día siguiente, le dije que sí. Tenía que marcharme y estaría unos 18 días para
que Joaquín lo supiera y para recoger mis cosas, lo que mas temía era la
reacción de las niñas, me daba mucha pena dejarlas. Lo bueno era que después de
casarnos nos iríamos unos días con ellas. Le conté a mi madre que al día
siguiente íbamos a Castilleja para que la familia de Adorna lo supiera y
queríamos hablar con mi hermano Antonio ya que queríamos fuera nuestro padrino,
le pregunté qué le parecía eso y mi madre me dijo que bien pero que debía
decírselo Adorna o yo. Adorna dijo que él se lo diría al día siguiente.
Estuvimos hablando un buen rato hasta que nos fuimos a dormir.
Al día siguiente
tomando el café mi madre me dijo que aún tenía muchas cosas por hacer. Yo le
dije que lo sabía y que por favor ella se llegara a la iglesia y hablara con el
párroco sobre la fecha, preguntara los documentos que nos hacían falta, ella
seguro se enteraría mejor yo no tenía idea de esas cosas. Cuando ya sepamos que
papeles hacen falta se lo decimos a Adorna y él se encargará de todo.
Sería la una y
media cuando llegué a la Estación de Autobuses, donde había quedado con Adorna.
Los compañeros Nogales, Marques y Rodríguez, vamos todos los que estaban en ese
turno empezaron a felicitarme y a decirme que ahora mi casa y los niños, se
acabaron los viajes. Yo los miraba y pensé, es verdad todo lo que están
diciendo pero yo he vivido mi vida hice lo que me gustaba y he demostrado que
servía para el teatro, ahora tocaba mi casa y mi marido de momento.
Estaba pensando y
dándole vueltas a las cosas cuando llegó Adorna y me dijo:
-Nos vamos... ¿de
qué estabais hablando?
Le conté que del
cambio de mi vida, ya sería mi casa, mi marido y mis hijos y Adorna me dijo
quién me había dicho eso, le dije que Rodríguez. Adorna me dijo, ni tu ni yo
somos como él así que además de todo eso tendremos mas vida, mas cosas en las
que pensar y hacer.
Iglesia de la Concepción en Castilleja de la Cuesta
Cuando llegamos a
Castilleja estaba toda la familia, entre ellos mi cuñado Juan. Cuando terminé
de saludarlos a todos, él me llamo aparte para enseñarme los azulejos para mi
cocina, me gustaron mucho y aproveche para decirle:
-Mira Juan, le he
pedido a mi hermano Antonio que sea padrino de nuestra boda pero tú hermano y
yo queremos que seas el padrino de nuestro primer hijo o hija, nos gustaría
mucho que aceptaras. El dijo que encantado.
Pasamos una buena
tarde, parecían contentos. Mi suegro Juan me llamó para que le hablará de los
sitios donde había estado, por encima le fui relatando. Me preguntó si había
estado en Madrid le dije que no, lo mas cerca fue en uno de los transbordo de
trenes cuando iba para Murcia. Él me contó que sí había estado en Madrid y le
cogió allí la boda de los reyes Alfonso y Mª Cristina, me explicó lo del
atentado. Siempre me gustó mucho hablar con mi suegro, fue un hombre con
inquietudes. Le gustaba el mundo de los toros y toreó alguna capea en pueblos,
en fin, merecía la pena hablar con él.
Por lo demás todo
parecía estar bien, voy a deciros los nombres de los que pronto serían parte de
mi familia:
-Juan mi suegro.
-Trinidad mi
suegra.
Mis cuñados
Antonio, el mayor, Encarna, Juan, Conchita y Adela.
Antonio, Juan y
Conchita ya estaban casados.
Conchita vivía en Cádiz
y Juan en Castilleja junto a mis suegros, Encarna y Adela. De mi suegra os puedo decir que la
quise mucho pero al principio no la entendía porque tenía muchos cambios
de humor, tan pronto estaba contenta como triste. Un día poco antes de casarme
le dije a Adorna:
-No entiendo a tu
madre, creo que no me voy a llevar bien con ella.
Adorna se quedó
mirándome y me dijo:
-Tu madre y la mía
tienen mucho en común, la tuya mas fe pero las dos tienen el corazón roto por
la perdida de un hijo, la tuya al menos sabe donde esta enterrado pero a la mía
cuando tenía mi hermano 18 años fueron a casa a por él y se lo llevaron, se
llamaba José, al día siguiente Don Juan el cura de Castilleja solo pudo traerle
el reloj y la cartera pero no sabía donde estaba el cuerpo ni de él ni de
cuatro jóvenes mas del pueblo. Nunca mas se ha sabido de sus cuerpos, tenían
entre 18 y 19 años.
Adorna siguió:
-María ¿por qué
crees que me da tanta pena tu madre? Las dos merecen que las cuidemos y que
hagamos por ellas todo lo que podamos.
Como siempre que
me pasaba algo importante me quedé callada y pensé, Dios mío que grande y sabio
es este hombre (eso me lo siguió demostrando durante toda su vida a mi lado).
Volvimos a mi
casa, el día siguiente a las diez me marché para la Línea de la Concepción.
Mientras viajaba pensé, ahora si que quiero casarme, ya soy una mujer y Dios a
puesto en mi vida el hombre mas bueno y comprensible que hay en el mundo y
además me quiere (en los últimos momentos de su vida yo le dije creyendo que no
me oía:
-Adorna... que te
quiero.
Y él, sin saber
como porque ya según la medicina no estaba conmigo ya que llevaba mas de 20
días en coma, me contestó:
-Y yo a ti... (mi
hijo fue testigo).
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