Se acabaron las vacaciones y volvemos a la rutina diaria. Las niñas
sobre todo Margarita ya sabía lo que era el teatro y cuando le
preguntábamos si le había gustado nos decía:
-¿Mama... esto es lo que tu y papa hacíais?
- Sí...
-Que bien...
Desde
entonces sus juegos fueron vestirse con mi ropa, mis zapatos, los
pañuelos. Disfrazarse de mayor es lo que le gustaba. Cuando la pusimos
en una "miga" (jardín de infancia-guardería) del barrio, de niñas de 3 a
6 años, entonces no había guarderías como hoy, un día cuando fui a por
ella estaba llorando, le pregunté que le pasaba delante de la señora que
la cuidaba y me dijo que no quería volver porque le tiraban del pelo y
bebían en el mismo vaso todas las niñas.
Ya os podéis imaginar la cara de Doña Remedios, la buena señora que estaba encargada, no dijo nada y yo tampoco pero no fue mas.
Adorna
cuando estaba en casa jugaba con las letras y los números, les leía
cuentos. Mi hermano Manolo también dedicaba mucho tiempo a jugar con
ellas, adivinanzas para que aprendieran vocabulario. Eran dos niñas muy
queridas porque mi Chico las quería mucho a las dos aunque su preferida
era Inmaculada y para Manolo la especial era Margarita.
Todas
las tardes mi Chico (Gonzalo pero siempre será para mi "Mi Chico") las
llevaba a un quiosco de chucherías y la dueña se llamaba Micaela, ellas
aún se acuerdan de esos paseos y de las "chuches" pero muchas veces
luego me pedía a mi dinero para tabaco o para salir con los amigos, todo
lo que tenía y era poco en esa época se lo gastaba en las niñas, así
era de generoso mi Chico (cuanto lo hecho de menos).
Con
todo esto que estoy contando quiero decir que eramos felices, no todos,
mi madre llevaba mas de 7 años sin saber de mi hermano Antonio desde
que se caso se fue a vivir con su mujer y su hijo Antonio que nació en
casa, nuestra casa. Mi cuñada quería irse con su madre que vivía en otro
barrio de Sevilla y se fueron. Pasaban los meses, los años y no venía a
ver a mi madre, mis hermanos si iban de vez en cuando a verlo y por eso
sabíamos de él. Siempre ponía la excusa de que como trabajaba de noche
no tenía tiempo porque de día dormía y tenía que estar con sus hijos, ya
tenía tres. A dos de ellos no los conocíamos ni él conocía a mis niñas y
por todo esto la que sufría era mi madre, aunque ella nunca dijo de ir a
verlo. Son cosas que pasan en las familias sin explicación pero pasan.
Todos vivíamos para ayudar a mi madre, para que no sufriera. Adorna, mis hermanos, yo y mis hijas.
Recuerdo
cuando volvimos a ir de viaje con otros amigos del teatro, sería verano
de 1962. En ese año cuando llegaron las Navidades Inmaculada ya tenía 2
años y medio y Margarita 5 años y medio, esperábamos nuestro tercer hijo,
en Enero aún no sabíamos que sería porque en esa época aún no hacían
ecografías. Adorna quería un niño, a mi no me importaba que fuera otra
niña pero me hacía ilusión que fuera varón porque mi marido se alegraría
mucho.
Y fue niño, el 3 de Febrero nació, le pusimos de nombre
Francisco Javier (Adorna era Francisco pero yo le tenía mucha fe a San Francisco Javier y nos pareció un bonito nombre). La alegría de todos fue muy grande y hoy le doy
gracias a Dios por los tres hijos que me ha dado y porque son buenas
personas y siempre nos han dado mucho cariño, sobre todo por el respeto
que siempre le tuvieron a su padre, él se lo merecía pero yo siempre me
sentí muy orgullosa de tener una bonita familia.
El
bautizo de mi niño fue como el de sus hermanas, con familiares y
amigos, el padrino fue mi hermano Manolo y la madrina mi amiga María, mi
vecina la que trabajaba en telefónica, ya los dos nos dejaron hace unos
años pero siempre fueron unos verdaderos padrinos para él.
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