Pasaban los meses y el agobio aumentaba
por el verano. Adorna trabajaba de 6 a 2, cuando llegaba a casa, comía y
descansaba un rato. Yo de 5 a 6 me iba con los niños al parque, allí jugaban y
merendaban y cuando el padre llegaba jugaba con ellos hasta las 9 más o menos
que volvíamos a casa. Los bañaba, cenaban y a la cama.
Así todos los días menos el día de
descanso que íbamos a Castilleja, a casa de algún amigo o ellos venían a casa.
Por las noches del verano, cenábamos en el
jardín y allí estábamos un rato charlando.
Una de mis vecinas que tenía un televisor
en blanco y negro por las tardes invitaba a los niños a ver dibujitos y
películas, bueno... tenían que pagar cincuenta céntimos las dos y sólo podían
ir Margarita y Inmaculada, el niño era muy pequeño. Allí estaban todos los
chiquillos más de una hora, los días de lluvia nos venía muy bien a todas las
madres, además de pagar le estábamos agradecidas porque se entretenían.
Pero los problemas seguían cuando los
mayores dormían, mis hermanos, los niños querían jugar en el jardín. Ellos no
decían nada con la boca pero si se les notaba en sus caras y mi madre decía:
-Hija es que Manolo se levanta muy
temprano.
-Sí mama y Adorna también.
-¿Pero los niños son suyos, no?
Mi madre no decía nada pero comprendía lo
que yo quería decir.
En una de las pagas me dijo Adorna qué me
parecía si íbamos el día que descansaba a comprar un televisor. Las niñas
empezaron a dar palmas y gritos.
Fuimos por él al día siguiente pero
tardaron en instalarlo tres días, que costaban las cosas entonces aunque hoy
nos parezca mentira una cosa tan simple.
Seguía todo igual, a mi me fue cambiando
el carácter poco a poco, siempre callada y sin comentar nada, sólo hablaba con
mis niñas. Con mi madre lo evitaba y mi Manolo un día me preguntó:
-¿María que te pasa que no comentas nada,
no estas bien?
-No... Estoy agobiada con los niños en la
habitación.
-Pero eso ¿sabías tu que podía
pasar?
-Sí... Lo que no sabía yo es que a
vosotros les iba a molestar cuando jugaran y no pudierais dormir.
Mi madre, él y Adorna me miraron, pero se
quedaron callados.
Cuando me quede sola me dijo Adorna que no
pagara mi mal humor con los demás.
Hoy pensando en todo esto he caído en la
cuenta que todas las mujeres tienen una pequeña o gran depresión después de un
parto, quizás fuera eso y yo no lo supiera, La cosa era que me sentía mal y
todo me molestaba y empecé a pensar que teníamos que buscar una casa para vivir
nosotros con nuestro hijos.
Lo comenté con Adorna y me dijo, después
de escucharme muy atento que me comprendía pero que si había pensado en mi
madre.
Me quede callada y cuando pasaron unos
minutos le dije mañana hablaré con ella y se lo diré. Adorna me dijo que
tuviera cuidado porque para ella sería un gran disgusto.
-María... cuando nos hizo falta nos dio
todo lo que tenía.
-Sí... pero ahora con tres hijos no
podemos vivir así y tenemos que arreglarlo.
Terminamos los dos enfadados y nos
llevamos unos días sin hablarnos, yo cada vez mas enfadada.
Francisco Javier con un año
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