Empezaba la cuenta atrás, el día siete empecé a recoger cosas que faltaban en mas cajas de cartón, cuando estaba mas tranquila mi madre me dijo:
-María tengo que decirte una cosa. Cristina quiere traspasar la tienda a otra persona, es un joven que se llama Benjamín Dice que me dará 25 duros mas por el alquiler y el lunes ya empezará a venir- ¿qué te parece?-
-¿Mis hermanos lo saben?
-Sí... a ti no te he dicho nada en estos días.
-Mama... si a ti te parece bien, a mi también.
Ese día ahí se quedó el tema del traspaso, al terminar lo que estaba haciendo fui a ver a Cristina y ya me contó que ella y mi madre no habían querido decirme nada esos días para no disgustarme pero que ella había conseguido subirle la renta y la mitad del traspaso. Ella no podía seguir mas con la tienda por la enfermedad de su hija Cristina que hacía unos meses que había tenido meningitis y gracias a la Penicilina se había salvado (en aquellos años muchos niños murieron o quedaron con minusvalía por esta enfermedad).
Cristina vió que me daba pena el que ella se marchara y me dijo que por ese motivo no había querido decirme nada en los días de Navidad pero que no me preocupara ya que ella vendría a ver como estaba mi madre cuando yo me marchara (ella vivía cerca en el mismo barrio).
Yo le dí las gracias y le dije que pensaba venir todos los días a dar una vuelta. Ese día fue triste porque era algo que me tranquilizaba, saber que Cristina estaba cerca de mi madre cuando yo marchara.
Cuando llegó Adorna le pregunté si el sabía algo y me dijo que sí, se lo había contado mi hermano Manolo pero que eso era cosas de ellos y no teníamos nada que ver, no era mal trato el que habían conseguido.
Aquellos días no me daba tiempo a nada, los días eran mas cortos al menos eso me parecían a mi. Seguramente eran tantas las cosas que hacer que el tiempo pasaba volando.
Llegó el lunes y vino el nuevo inquilino, nos pareció bien. Una persona educada y muy joven pero con ganas de trabajar y crearse un futuro.
Nosotros todos los días le hablábamos a los niños de la mudanza, que el tito Manolo nos llevaría en su coche a donde viviríamos durante poco tiempo y que pronto ya tendríamos nuestra casa... Tan pesados nos pusimos que un día Margarita nos dijo:
-No contarme mas lo de la casa... ya lo se todo.
Nos quedamos de piedra y sin saber que decir.
No volvimos mas hablar del tema pero sí los hacia participar de todo lo que llevaba la mudanza pidiéndoles que me ayudaran y así los entretenía, una de sus tareas era escribir en las cajas que había dentro. Cuando pensé que cosas me llevaría de la cocina me dí cuenta que poco podía ser, algunos platos, cubiertos y poco mas, todo lo demás mi madre lo necesitaba.
No se si recordáis aquel viaje que hicimos con los amigos del teatro al que vinieron los niños con nosotros en unas vacaciones y cuando volvimos Margarita sólo sabía sacar ropa y zapatos míos y ponérselos, pues ahora llevaba unos días que sólo sabía dar saltos por la cama peleando con algún amigo imaginario, mas bien enemigo a como parecía que le pegaba.
Tardamos en comprender a qué se debía, pensábamos que era por llamar la atención y no, es que mi hermano Manolo la había llevado en los días de Navidad al cine, unos días antes de Reyes. (Parece mentira, ahora al escribir me vienen los recuerdos de la primera vez que Adorna y yo llevamos a mi hermano Manolo al cine cuando salió del colegio y ahora era él quien llevaba a mi hija, la vida siempre te recompensa de las cosas buenas que haces, al menos conmigo lo ha hecho muchas veces).
En recuerdo de mis hermanos Manolo y Gonzalo (El Chico)
La verdad es que al padre también le gustaban las películas de acción pero me preguntaba -¿qué película a visto esta niña?- No dejaba de dar saltos y no recuerdo las cosas que rompió aquellos días.
Ha sido ella la que me dijo el título de la película cuando le leí hoy lo que estaba escribiendo, se acordaba aunque era muy pequeña, se llamaba El Santo (el enmascarado de plata), de lo demás no recordaba mucho mas pero el argumento y el título me ha dicho que nunca lo olvidaría ni tampoco que su tío Manolo la llevaba siempre que podía al cine.
Poco mas puedo contar de aquellos días, solo que fui de compras varias veces porque era mucho lo que hacía falta para empezar una nueva vida en otra casa, esa noche me acosté y pensé que debía estar tranquila los días que faltaban, no ya por mí si no por mi madre. Ella cuando me veía recoger y guardar en caja se ponía triste, sufría aunque no dijera nada. Por esto decidí esa noche que ya no recogería nada mas, aprovecharía los pocos días que faltaban para marchar en disfrutar de la compañía de mi madre y mis hermanos, lo que se olvidara... ya me lo llevaría otro día.
La historia está contada como una abuela se la contaría a sus nietos, de forma sencilla y amena. Me parece interesante porque rememora tiempos pasados, de esos que mi madre también suele recordar y contarme de vez en cuando y que yo a veces utilizo en mis relatos. Habría que pulir el estilo y hacer cambios en la gramática, ortografía, sintaxis... y esas cosas, pero sin trastocarlo en la esencia y podría dar para un buen relato. Tengo que seguir leyendo los fragmentos anteriores, pero promete, aunque supongo que ella sólo lo escribe por diversión y por recordar los momentos de su vida, sin intención de publicar. Pero bueno, yo tampoco soy un experto. Sólo soy una persona a la que le gusta escribir y que da su opinión personal.
ResponderEliminarGracias por tus piropos, ya se ha publicado un libro y en ese momento se intentó corregir esos consejos que me dices aunque yo seguiré escribiendo como lo siento, luego dejo en manos de alguien mas preparado las correcciones. Espero tus opiniones cuando leas mas, un saludo amigo.
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